NO TIENE UN PUEBLO FORMADO SU CARÁCTER, SI OLVIDA SUS SEÑAS DE IDENTIDAD.
La canción tradicional nos enseña como era la vida de nuestros mayores. Siempre se ha dicho que las estrofas, conque las coplas, las de ahora y las de siempre, se interpretaban, son un fiel reflejo de cómo pensaban, sentían y vivían aquellos que las cantaban, siendo pues, un buen modo de conocimiento de la sociedad de aquellos años.
Viene a ser el reflejo de la vida de nuestros mayores, construidas de modo y en tiempo diferente, cantadas al calor de una noche de invierno o mientras que la mujer esperaba la llegada de su hombre desde el trabajo, como pudieran ser los Villancicos o los Romances, como la Seña Eulalia, o el Cura está malo.
Otras son entonadas poniendo el corazón en cada copla, para demostrar a la mujer amada el cariño que por ella se tiene, y aquí podríamos colocar los cantos de Ronda como el de Cañizares, las Jotas como la Rabiosa y la de Compañeros cantar fuerte de Casasimarro, con sus comentarios sabrosos y picantes. Hemos buscado en las seguidillas la doble visión de las que se suelen cantar y bailar en la Alcarria, con aquellas otras que se realizan en la Manchuela, unas Paraillas y otras Corridas. Muy cerca de estos últimos modos de canto y baile hemos encontrado un trabajo lleno de gracia e interés, en concreto unas Torrás, composición bella, rápida y airosa, ciertamente algo parecida a las Seguidillas, donde se reflejan las ganas de los jóvenes y menos jóvenes de pasarlo bien, al calor de la lumbre y de la fiesta.
Exponente de cómo pensaban y se manifestaban las gentes de nuestra tierra, que miraban hacia el sur, son los Fandangos, en Mota del Cuervo, los terminaban con una Jota, mientras que en Casasimarro, se bailaban y cantaban a la salida de la Misa Mayor.
Para terminar, dos Jotas, una Voces y Esparto, nos sirve como presentación, para que la gente conozca quienes somos y que pretendemos, de dónde venimos y hacia donde caminamos, y la otra jota la de los Madereros de Buenache de Alarcón, que es un poco la bandera de nuestro grupo y que cuenta la historia de los hombres que se dedicaban a bajar la maderadas, flotando por nuestro río Júcar, desde la sierra hasta las tierras bajas, por cierto que esta Jota, según nos comentaba el tía Bonifa se canta desde el siglo XVII.
Le dedicamos este trabajo, en primer lugar a toda nuestra gente y familia por soportar pacientemente los tiempos de ensayo y viajes, y definitivamente, a todos los que sienten a Cuenca en su corazón.